21 febrero 2008

10 febrero 2008

Aprendiendo a seducir



Una cena de la que apenas pruebo nada porque ya tengo bastante trabajo con controlar que mis ojos no se queden permanentemente clavados en esas nalgas que adivino a través del vestido.

Una copa, dos copas, tres... Cientos de deseos. Impulsos irrefrenables. Me muevo ligeramente en el sofá que compartimos. Intento aproximar mi cuerpo al tuyo. Sinembargo tú permaneces inmóvil. Pienso que no te has percatado aún de mis intenciones. Sé que no he sido lo bastante evidente.

Durante varios minutos me planteo ser más evidente. Mostrar todas las cartas. Estoy a punto de hacerlo cuando la voz perversa que habita en mi interior me susurra: "Es más divertido el juego de la seducción. ¿Por qué no lo intentas?"