25 abril 2010

Leyendo a Salinas

Hoy he vuelto a una de mis lecturas olvidadas. Ha sido el azar, el momento, yo... Todo. Nada.



El alma tenías


tan clara y abierta,

que yo nunca pude

entrarme en tu alma.

Busqué los atajos

angostos, los pasos

altos y difíciles...

A tu alma se iba

por caminos anchos.

Preparé alta escala

-soñaba altos muros

guardándote el alma-,

pero el alma tuya

estaba sin guarda

de tapial ni cerca.

Te busqué la puerta

estrecha del alma,

pero no tenía,

de franca que era,

entrada tu alma.

¿En dónde empezaba?

¿acababa, en dónde?

Me quedé por siempre

sentado en las vagas

lindes de tu alma.