14 diciembre 2006

Liberación



Te observo desde la distancia y me deleito en recorrer con la mirada ese cuerpo que mi lengua ha saboreado miles de veces. Cierro los ojos y acuden a mi mente aquellas partes de ti que reaccionan intensamente a cualquier delirio que las someta. Caminas hacia mí. Por un instante pienso que vas a besarme. Pero, cuando nuestros labios están a punto de encontrarse, bajas el cuerpo y te acomodas a mis pies. Trato de levantarte. Hoy no quiero roles. Sólo dos cuerpos que ansían el placer. Sin embargo tú ya has decidido. Me muestras tus nalgas desnudas. Las acaricio con suavidad. Mis dedos se deslizan por tu piel que se eriza constantemente. Lentamente bajo mis manos que ansían encontrarse con tu sexo. Aún no he llegado a él y las primeras gotas de humedad inundan las yemas de mis dedos. Suspiras.
Haces un leve movimiento con las caderas. Deseas más. Lo sé. Te oigo respirar. Retiro la mano. Murmuras. Desciendo la altura de tu rostro.

- ¿Has dicho algo?-
- No. Nada- te esfuerzas por responder
- Pues a mí me ha parecido escuchar que decías algo- sentencio

Me concentro de nuevo en tus nalgas. Suspiras profundamente a pesar de que ni si quiera te toco. Lentamente llevas tu mano hacia atrás. Estoy a punto de detenerte. Quiero seguir disfrutando de la visión de tu cuerpo excitado. Pero al mismo tiempo siento curiosidad por conocer aquello que pasa por tu mente. Levantas el pie con elegancia. Enganchas tus dedos al tacón de la sandalia y con un rápido movimiento separas aún más las piernas dejando a la vista tu sexo perfectamente rasurado y lleno de tu esencia.

- Fóllame- susurras extraña de tu propio deseo
- ¿Qué quieres que te haga?- digo al mismo tiempo que me excito escuchando esta palabra recién salida de tus labios.
- Quiero que me penetres- respondes entre gemidos
- No es eso lo que he entendido hace un momento-
- Fóllame- murmuras en un tono de voz apenas perceptible.
- No te oigo. No sé lo que quieres-
- ¡Fóllame!- exclamas al fin

Trato de continuar la conversación. Es inútil. Soy consciente de que ya estoy imaginando el modo de satisfacerte.
- ¡Fóllame. Fóllame. Sí lo quiero. Sí lo deseo!- gritas esta vez en una especie de liberación que te hace aún más hermosa ante mis ojos.
Empujada por tu excitación me acerco hasta el lugar en el que guardo los objetos del deseo. Abro el viejo baúl de madera y sonrío mientras me pregunto: ¿Qué logrará provocarte el intenso orgasmo que anhelo ahora de tu cuerpo?

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