31 enero 2007

Existencia



No quiero mirar. Temo que al abrir los ojos éstos no me devuelvan la imagen de tu cuerpo desnudo y anhelante.

No quiero moverme. Cualquier gesto que haga implicará emprender un nuevo camino y no deseo otro que el sendero que lleva a tu placer y mi locura.

No quiero respirar. Porque si lo hago con mi aliento saldrán las últimas gotas aún que conservo de tu esencia.

No quiero hacer nada. Sólo deseo sentir tu calor en mi regazo. Tus dientes atenazando mis pezones. Tus dedos hundidos en mi sexo.

No quiero ser. Porque existir en este momento significa estar helada. Seguir en esa oscuridad en la que no se sienten tus palabras, tus sonrisas, tus susurros, tus gemidos, tu entrega.

Cierro los ojos. Tu recuerdo me reconforta y sin embargo... Tengo frío.... Demasiado frío...

30 enero 2007

La extraña





Increíble pero aquella mujer me seguía. Su aroma se hacía más intenso a medida que se acercaba. Una extraña sensación de deseo recorrió mi cuerpo. Me quedé inmóvil. Noté su aliento en mi cuello. Sus manos pequeñas y frías se aferraron a mis pechos. Cerré los ojos y respiré con fuerza. Sus labios acariciaron mi nuca .Quise darme la vuelta pero sentí un agradable hormigueo entre mis muslos. Sus dedos se afanaban en proporcionarme un placer que yo ya ansiaba con desesperación. Me abandoné al ritmo que me imponían. Un intenso orgasmo explotó en mi interior al tiempo que ella gritaba: “Mirelle. Mirelle”.

Microrrelato inscrito en el concurso “El mejor final de la historia” organizado por la Escuela de Escritores.

29 enero 2007

Razones





Nunca te he escrito un post. Porque estoy loca.

Nunca te he escrito un post. Porque bebes de mis lágrimas. Ya sabes lo que eso significa.

Nunca te he escrito un post. Porque tus manos acarician mis neuronas. Tus labios pasean por mi corazón y tus palabras inundan mi alma a cada instante.

Nunca te he escrito un post. Porque no quiero apartar los ojos de la belleza del camino que me muestras y que recorres a mi lado sin soltarme de la mano.

Nunca te he escrito un post. Porque te amo.

Para Emilio

28 enero 2007

Esperándote




Las gotas de agua estremecen mi piel. El calor del baño despierta mis sentidos. Los pezones erectos ansían tu lengua sobre ellos. La esponja se desliza lentamente entre mis muslos. Aprieto mi sexo contra ella logrando que una oleada de deseo me posea. Sí. Estoy caliente. Muy caliente. Cierro los ojos y sólo puedo imaginar tus dedos clavándose en mi interior. Follándome con ese ritmo salvaje que sólo tú sabes imponer. Empiezo a gemir suavemente y mis manos desean abrirse paso entre mis piernas. Sin embargo recuerdo tus palabras
- Espérame mojada.-
- ¡Sí! Aquí estoy empapada y excitada- susurro al tiempo que todo mi cuerpo se agita al escuchar el sonido de tus tacones pisando con firmeza el camino que te lleva hasta mí.

27 enero 2007

Iniciación II



Acabas de pronunciar la frase que te hará traspasar una nueva frontera. "Sí. Quiero que sigas" has pronunciado con voz temblorosa y agitada. Yo no puedo hacer otra cosa que sonreir y satisfacer esis deseos que, aunque intuyo, todavía desconozco.
- Eres preciosa. Lo sabes. ¿Verdad?- digo mientras mis ojos devoran tu firme y blanca piel.
- No- sentencias con esa pizca de temor morboso en el tono de tu voz.
- ¿No qué? ¿No eres preciosa? ¿No sabes que lo eres?-
- No. No soy preciosa- respondes a modo de desafío.
- ¿Y qué es lo que te hace pensar eso?- inquiero con malicia a pesar de conocer ya la respuesta.
- No me gusta mi cuerpo- dices con un hilo de voz.
- Disculpa. No te he oído. ¿Qué acabas de decir?-
- Que no me gusta mi cuerpo- afirmas ahora en un tono bastante más alto.

Paseo las manos por tu espalda. Me excita comprobar cómo tu piel se eriza y responde a mis caricias. Te sujeto por los hombros al mismo tiempo que te susurro: "Levántate". Obedeces sin dudarlo dejando caer parte de tu peso sobre mis brazos que te sostienen. Sigues con los ojos vendados y soy yo la que guía tus pasos a través de la habitación. Te dejo de pie justo en el centro de la estancia.
- Ahora arrodíllate- te ordeno mientras paseo mis dedos por tu nuca.
Sin decir nada flexionas tus rodillas y te ayudas de las manos para lograr la posición que yo deseo. Después de varios movimientos tu espléndido cuerpo se yergue sobre las rodillas dejando en evidencia la redondez de tus formas.
- Quítate la blusa muy despacio- te sugiero mientras que tomo asiento en un sillón de cuero cercano al lugar en el que te encuentras.
- Sí, Ama- respondes temblorosa y excitada.
- ¿Cómo me has llamado?
- Ama- dices entre susurros
- ¿Es así como me sientes? ¿Es eso lo que quieres?- digo mientras percibo mi propia excitación ante ese deseo concreto tuyo.
- No tengo ni idea de lo que quiero pero sí sé que te siento en este momento como mi ama- afirmas con una seguridad que me asombra si la comparo con el temblor de tus manos y tus labios.
- Si eso es lo que quieres. Eso es lo que vas a tener- sentencio mientras compruebo divertida cómo la incertidumbre sobre lo que se avecina hace que tenses los músculos.
Tus dedos temblorosos empiezan a deslizarse por los botones de la chaqueta de lana. Lentamente los desabrochas provocando que la necesidad de ver tu torso desnudo se convierta en una obsesión para mí. Poco a poco dejas los hombros al descubierto. Luego bajas las mangas por los brazos dejando que el resto de la prenda resbale por tu cuerpo mientras cae al suelo. Clavo la vista bajo tu garganta y veo cómo se agita tu pecho. Tu respiración acelerada hace que un escalofrío recorra mi cuerpo y que la humedad haga aparición en mi sexo. Una fina camiseta de tirantes separa tus perfectos pechos de mi campo de visión. Como si me acabaras de leer el pensamiento tus manos ya se afanan en darme lo que quiero.
Me levanto del sillón desde el que he permanecido contemplando tu lento desvestir. Camino a tu alrededor mientras que el sonido de mis tacones se combinan en perfecta armonía con los leves suspiros que se escapan de tu boca. Mientras paseo en círculos a tu alrededor enciendo algunas de las velas que siempre tengo colocadas en varios muebles de la estancia. En breves segundos tu cuerpo iluminado es de una belleza espectacular. Mis ojos contemplan fascinados la firmeza y la redondez de tus pechos. Casi al mismo ritmo de tu respiración los pezones se van endureciendo y tengo que hacer auténticos esfuerzos para no lanzarme sobre ellos y devorarlos.
Me siento de nuevo pero esta vez una de mis piernas reposa sobre el brazo del sillón. Quiero sentir con toda la intensidad que sea posible la excitación que estás provocando en mi cuerpo.
- Quítate los pantalones- te ordeno ejerciendo ese rol que tú me has asignado.
Tus manos buscan de nuevo el suelo y te ayudan a colocar tu cuerpo en la postura más cómoda para cumplir mis órdenes. Sí desprenderte de las prendas de la parte superior de tu anatomía ha sido como detener el tiempo, observar cómo te deshaces de los pantalones se convierte en una especie de ceremonia. Desabrochas los botones y dejas caer los tejanos hasta las caderas. Después tus manos parecen acariciar la tela al mismo tiempo que la deslizas dejando al descubierto unos muslos perfectos y unas piernas interminables.
Mis ojos observan ahora con detalle la fina prenda de lencería que cubre tu sexo. Deseo arrancártela. Quiero acariciar tu sexo y hacerte estremecer. Pero eso sería demasiado fácil. Desfruto demasiado de este juego como para terminarlo tan pronto.
- Pasea tus dedos por encima de tu sexo. Quiero ver cómo tus dedos se deslizan por la superficie de esa prenda que te cubre.
Durante unos segundos permaneces inmóvil. Estás inmersa en esa lucha interior entre el deseo, el rubor, la vergüenza y el placer. El calor acude a tus mejillas y, en poco tiempo, estás completamente ruborizada. Ahora respiras con dificultad. Tal vez tratando de huir de esta situación que tú misma has provocado. Sin embargo, la excitación que se ha despertado en tí rompe con la rigidez de tu cuerpo y, lentamente, tu mano derecha se encamina hacia su destino. Contemplo cómo colocas la mano sobre tu pubis. De forma involuntaria los dedos se deslizan hacia el centro de tu sexo. Tu cuerpo da un respingo y yo sonrío divertida al ver cómo percibes la realidad de tu excitación. A pesar de la confusión que experimentas sigues adelante con ese viaje sobre la humedad que traspasa tu ropa interior. Suaves jadeos se escapan de tu boca.
- Quiero que te tumbes boca abajo sin dejar de acariciarte el sexo- te ordeno nuevamente.
Veo cómo tu piel responde al entrar en contacto con el frío suelo. Relajas los músculos mientras tus dedos te siguen proporcionando pequeñas oleadas de placer. Te dejas llevar pensando erróneamente que con esta postura no puedo ver lo que estás haciendo. Te equivocas. Desde donde estoy sentada tengo una espléndida vista de tus nalgas, así como la confirmación de que la humedad que te llena se desliza lentamente por tus muslos. Mueves lentamente las caderas tratando de obtener ese placer que sabes que sería mucho más fácil si tus dedos entraran en contacto con la piel. Ahora ha incrementado la intensidad de tus gemidos pero, aún así, continúan siendo demasiado débiles.
- Me gusta verte así de excitada- te digo mientras espero tu reacción.
- No- es todo lo que aciertas a decir
- ¿No?- replico entusiasmada al comprobar que he logrado en ti el efecto que deseo.
- No me gusta mostrarme así- respondes
- ¿Te desagrada mostrarte excitada?-
- Sí, Ama- respondes intentando aparentar sincera pero sin lograrlo ya que los dedos siguen trazando pequeños círculos sobre tu sexo.
- ¿Quieres que lo dejemos?...

26 enero 2007

Posesión Divina

Hoy no soy yo la que escribe. Deseo compartir con vosotros esto que han hecho para mí. Espero que lo disfrutéis.







Me despierto de madrugada junto a ti. Estás desnuda y profundamente dormida.
Me deleito contemplando tu espalda. Sin casi rozarte para no despertarte mis dedos te recorren y siento que mi piel se eriza al contacto con la tuya. Te acaricio lentamente por la tentadora sensualidad que desprendes. Mis labios desean acompañar esas caricias. Acerco mi boca y me estremece el contacto de tu piel contra mis labios.
Apenas te rozo. Me gusta verte soñadora. Mientras tus ojos permanecen cerrados sueltas un suspiro que me hace pensar que mis caricias penetran tu sueño.
Me dejo llevar por el deseo de poseer tu cuerpo. Poco a poco, las caricias de mis manos buscan tu esencia entre tus piernas. Esa que tanto me enloquece. Siento que tu cuerpo poco a poco, va despertando con mis caricias. Se entrega a mi deseo. Te siento caliente y excitada.
Percibo que te entregas con un deseo ardiente. Ese que has guardado tanto tiempo y que ahora ya es mío. Ese que forma parte de mí. La pasión desenfrenada hace presencia entre las dos. Tus manos buscan las mías, que andan escondidas entre tu sexo recogiendo la excitación que sientes con el simple roce de mis manos.
Un suspiro más sale de tu interior. Cada vez te siento mas enloquecida por mis caricias y besos.
No aguanto mas, quiero tu esencia en mi lengua. Despacio me deslizo por tu espalda desnuda. Con un rápido movimiento te coloco boca arriba y abierta ante mí, para darme eso que tanto me hace estremecer. Quiero tu esencia dentro de mí, dominando mis sentidos y buscando esa posesión a la que no puedo renunciar. Tu sexo responde a mis manos y ansia mi lengua ya. No te haré esperar más.
Llego hasta tu sexo y dibujos pequeños círculos en tu clítoris húmedo y palpitante.
Quiero tu esencia para mi, llenarme de ti. Encerrarte para que repose tu pasión dentro de mí. Enloqueces. Lo sé. Lo siento en tu cuerpo tembloroso .Acaricio tus pechos con una mano, mientras que la otra acompaña a mi lengua dentro de ti.
Aprieto con mis dedos en tu sexo sacando todo eso que guardas para mí. OH si, lo quiero, lo deseo. Siento que ya no puedes mas, que tu locura está apunto de explotar en mi rostro. Acelero más aun la intensidad de mis caricias para sacar el fuego que fluye dentro de ti.
Entre susurros jadeantes alcanzas a decirme:
- Me estás haciendo salir de mi cuerpo. ¡Fóllame! ¡Así. Así. No pares! Mi excitación aumenta con tus susurros y tampoco aguanto más. Bebo de ti sin piedad. De tu boca se escapa un intenso grito y tu espalda se arquea al sentir la explosión de placer en mi cara. Extasiada por tu esencia, subo hasta tus labios para besarte y decirte: "Eres mi locura y me encanta que me des todo lo que tanto tiempo has guardado para mí"

Para "R" con deseo y pasión de "S"

25 enero 2007

Bebiendo de ti







Abro los ojos. Te encuentro desnuda a mi lado. Me arrastro entre las sábanas. La humedad se desborda y me llena los muslos. A esta distancia puedo percibir el aroma de tu esencia que me embriaga y me enloquece. Intento controlarme y te separo los muslos tratando de no despertarte. Observo tu sexo entreabierto. Sólo un deseo domina mi mente. Quiero pasarte la lengua por cada rincón. Recoger cada gota del elixir que fluye de ti y al que me tienes enganchada. Te miro una vez más. Suspiro profundamente mientras mi lengua enloquecida se lanza sin piedad a por el placer que necesita.

Para "S"

Iniciación





Estamos sentadas en esta habitación porque tú lo has pedido. "Siento la necesidad de entregarme a una mujer" has susurrado hace unos minutos mientras que apurabas la última copa Bourbon. Al principio he tratado por todos los medios de que olvidaras la idea. Sin embargo has permanecido inmóvil mirándome a los ojos y ofreciéndome una respuesta que yo jamás habría adivinado. Me debato con mis pensamientos tratando de averiguar cómo voy a darte lo que deseas cuando apenas te he rozado. Cuando desconozco tus más íntimas fantasías. Cuando no sé si estás realmente dispuesta a ir más allá de tus limitaciones, de tus miedos.
Sigues a mi lado sin moverte y algo se prende en mi interior. Me levanto con paso decidido y me coloco detrás de tu espalda. Mis dedos se deslizan por tu cabello suave y oscuro. Mientras te acarician van abriendo pequeños surcos que dejan al descubierto tu nuca. Esa parte de tu cuerpo en la que ya estoy ansiosa por dejar la marca que hará mía.
Siento tu cuerpo temblar bajo mis manos y la respiración agitada me devuelve a la realidad. A ese momento en el que tengo que controlar todo aquello que me impulsa a hacerte sentir la sumisa que deseas ser. La perra que llevas en tu interior. Pero todavía es pronto. Muy pronto y no deseo estropear un momento como este.
Lentamente mis labios se posan sobre tu cuello y, tras unos segundos degustando la intensidad de tu piel te pregunto si estás bien. Tú asientes con la cabeza mientras que los temblores y escalofríos que invaden tu cuerpo se tornan más violentos. Me alejo de ti unos segundos. El tiempo suficiente para sacar del pequeño mueble que hay junto a la cama un pañuelo de seda negro que todavía no he estrenado.
- Cierra los ojos- te ordeno tratando de no ser demasiado brusca.
- Sí- respondes acatando mi petición mientras que en tu rostro se dibuja esa extraña pero excitante mezcla de temor y deseo.
Mis manos expertas te cubren el rostro. Tu espalda se tensa al percibir mi proximidad.
- Separa las piernas y coloca las palmas de las manos sobre los muslos- te susurro mientras siento una gran excitación ante la imagen que ya se empieza a adivinar.
Esta vez obedeces sin decir nada. Te observo en silencio. Veo cómo tu pecho se agita. Cómo se han encendido tus mejillas. Paseo a tu alrededor en silencio mientras me deleito con la belleza que desprendes. Con la entrega que, sin saberlo, ya me estás demostrando.
Tu rostro refleja confusión. No sabes lo qué va a pasar. Eso te aterra pero, al mismo tiempo, un nuevo sentimiento te obliga a permanecer callada. A abandonarte a mi capricho.
Es ahora mientras observo tu cuerpo ofrecido y ansioso por cruzar un nuevo límite cuando te pregunto: ¿Quieres que siga?

24 enero 2007

Solo para tus Oídos

Me pides una y otra vez que sacie tu sed. Que pegue mi sexo empapado a tus húmedos labios. Me suplicas entre gemidos que deslice mi humedad sobre tu rostro, sobre tu lengua. Me ordenas en este instante que te explique lo que siento. Y yo, jadeante, excitada, extasiada esto es lo único que puedo decirte...


.

22 enero 2007

Bajo la lluvia




Salgo del taxi que me ha dejado en el sendero que conduce a tu casa. Llueve como hacía tiempo que no recordaba y, sin embargo, he acudido fiel a nuestra cita. Cientos de imágenes me envuelven mientras recorro la distancia que nos separa. Esta noche serás mía. Te desnudaré, ataré tus manos, inmovilizaré tus piernas y estarás a merced de mis caprichos. Sí. En pocas horas suplicarás que pare porque no serás capaz de soportar todo el placer que estoy dispuesta a darte.
Antes de llamar la puerta escucho tu voz. Alzo la vista. Te observo empapada bajo la lluvia. Me separo un poco para situarme en la zona más iluminada que me permita contemplar el esplendor de tu cuerpo. Observo tu rostro, tus brazos, tus manos. Me pierdo en la contemplación de tus pezones erectos y en el deseo de hacerlos prisioneros entre los dientes y mi lengua. Imagino que aprieto el pecho contra mis manos que se mezclan con el agua que inunda tu cuerpo al tiempo que resbalan sin control.
Noto cómo ahora la lluvia también empapa mi cuerpo. Percibo tu mirada clavada en la mía. Mis manos obedientes a tus deseos se afanan en desabrochar los primeros botones de la blusa dejando al descubierto los pechos erizados. Me sigues mirando. Separo las piernas mientras que mis dedos resbalan por mis labios, el cuello hasta llegar a los pezones de los que estiro sin piedad dejando que un intenso gemido forme parte de la tormenta que nos envuelve.
Te sigo mirando y veo el cigarro recién encendido entre tus dedos. Desearía ser yo la que, una vez más, llenara tus labios. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Separo las piernas y una oleada de calor me recorre. Intento deslizar la mano hacia mi sexo para ofrecerte esa imagen de mí que tanto te gusta. Pero tus ojos me invitan a permanecer tal y como estoy. Mojada, excitada, húmeda, con los pezones entre mis dedos y entregada por completo.
Me observas unos segundos más. El tiempo suficiente para que yo caiga en la cuenta de que jamás podré dominarte, de que nunca te tendré a mi merced porque el éxtasis para mí consiste en ser tuya.

21 enero 2007

Y buscas el placer




...
Con la piel desnuda contra el frío suelo.
Con los ojos tapados agudizando tus sentidos.
Con tus nalgas ofrecidas en un vano intento
De desviar mi atención de tu húmedo sexo.

Y buscas el placer...
Arrastrándote en busca de tu deseo
Entregando todo tu cuerpo
Para satisfacer mis insaciables ganas de ti.

20 enero 2007

¿Te atreves?

Te gusta lo que estás sintiendo pero, por alguna extraña razón te separas de mis labios. Sabes que en tu mente ya nada volverá a ser lo mismo. ¿Quieres dar el siguiente paso?


18 enero 2007

De caza



Intento concentrarme en el trabajo pero aún llevo tu aroma en mis manos. Los dedos se deslizan por el teclado llevándome de nuevo entre tus muslos, al sabor de la humedad de tu sexo bajando por mis labios. Miro a mi alrededor. No hay nada que me retenga aquí por más tiempo. Me desnudo. Me arrodillo. Mi piel se eriza. Los sentidos se agudizan. Tu aroma que me enloquece se hace aún más intenso. Me transforma y me convierte en esa perra en celo que va en tu busca.

17 enero 2007

Nudos



Carmen se miró una vez más en el espejo intentando no pensar en lo que estaba a punto de hacer. Luís no era un desconocido. Eran amigos desde la universidad y, a pesar de haber cumplido ya ambos los cincuenta seguían en contacto. Sin embargo pasar de explicarle sus fantasías más íntimas a tratar de hacerlas realidad era algo para lo que una parte de ella aún no estaba preparada. Al contrario de lo previsto había sido incapaz de rechazar la cita propuesta dos días atrás.
- A las nueve y media en mi casa- le susurró él mientras que la despedía dejándola cómodamente sentada en el taxi que la devolvía al trabajo.
- Bien- es todo lo que ella acertó a responder.
Cogió el bolso y salió a la calle. Hacía una noche bastante cálida así es que Carmen decidió caminar las cuatro manzanas que separaban su casa de la de él. En menos tiempo del que esperaba se encontraba frente a una enorme estructura de metal y llamó al timbre. Se oyó un sonido eléctrico. La puerta se abrió dejando al descubierto un precioso jardín y un sendero de tierra que conducía directamente hasta la casa. Entrecerró los ojos y adivinó la silueta de Luís al otro lado del camino. Cruzó con paso decidido hasta encontrarse a escasos centímetros de él. Se observaron en silencio y, casi al mismo tiempo, se lanzaron el uno sobre el otro.
Carmen cerró los ojos. Se estremeció al sentir con tanta intensidad el calor y la humedad de los labios de Luís que, con maestría, se deslizaban ya sobre su cuello mientras que sus manos trataban de desnudarla y la empujaban al interior de la casa. Percibió cómo él le acomodaba el cuerpo sobre una superficie dura pero no se atrevió a mirar a su alrededor. Sabía que si cualquiera de sus sentidos tomaba conciencia de lo que estaba pasando no sería capaz de seguir adelante.
Luís le susurró algo al oído y ella procedió a obedecer de inmediato quitándose las pocas prendas que aún le cubrían el cuerpo. Cumpliendo órdenes se dejó puestas las medias y los zapatos de tacón. No entendía la insistencia de él en este aspecto pero, en este momento, no estaba para cuestionarse nada. Cientos de sensaciones contradictorias se agolpaban en su interior y poco a poco se fue enganchando a la adictiva combinación de deseo y temor a lo desconocido.
Sin esperarlo notó cómo algo de extrema suavidad y con un intenso aroma a jazmín le cubría los ojos. A continuación las frías manos de Luís que se deslizaban por sus hombros le produjeron un intenso escalofrío y el primero de los leves suspiros que dejaría escapar a lo largo de la noche.
Mientras que intentaba controlar la respiración y las reacciones de su cuerpo advirtió cómo unos dedos finos trazaban pequeños círculos sobre sus pezones. Un leve dolor la cogió desprevenida haciendo que un intenso "sí" se escapara de su garganta. No fue consciente de su propia excitación hasta que, de forma inconsciente, separó las piernas y notó cómo la humedad le llenaba el sexo y se empezaba a deslizar lentamente por los muslos. Se ruborizó durante unos segundos sin darse cuenta de que aquello excitó aún más a Luís que la miraba con gesto sonriente.
Percibió el aliento de él sobre la nuca y un suave ruido le adelantó que algo estaba a punto de suceder. Su cuerpo se tensó y la respiración se le entrecortó al notar como algo suave pero firme empezaba a rodear su torso. Puso alerta todos sus sentidos para tratar de adivinar qué era aquello que la empezaba a envolver y a ejercer presión sobre sus pechos. Sólo logró entreverlo cuando percibió que los movimientos que realizaba Luís con las manos eran similares a los de anudar un cordón. Poco a poco se fue acostumbrando al efecto que los nudos causaban sobre su piel. Un agradable cosquilleo le recorría la parte del cuerpo aprisionado bajo la cuerda haciendo que los pezones se hicieran más sensibles. Con cada movimiento de sus manos la sensación se intensificaba hasta el punto de hacer palpitar su sexo de un modo que ella desconocía.
Empezó a sudar y sus gemidos, apenas perceptibles hasta ese momento, llenaron la estancia. Se ruborizó de nuevo al sentir su propia excitación pero, en cuestión de segundos, se concentró sólo en lo que sentía entregándose por completo al placer que aquella extraña práctica le estaba proporcionando. Su sexo completamente mojado la indicaba que el orgasmo estaba próximo pero Carmen se esforzaba por retrasarlo todo lo posible. Los dientes de Luís sobre sus apretados pezones y la intensa mezcla de dolor y placer malograron sus esfuerzos. Una oleada de pequeños orgasmos invadió todo su cuerpo. Justo en el instante en el que pensaba que no iba a ser capaz de soportar más placer sus labios susurraron: ¡Quiero más! ¡Hazme tuya!

15 enero 2007

Cera




Me encadenas. Dejas mi cuerpo desnudo. Me excito. Sudo. Prolongas mi calor. Me quemas y, con cada gota de cera que se desliza sobre mi piel te obsequio con el regalo de un orgasmo.

11 enero 2007

Primer beso

Esta mañana me he levantado con ganas de ti, de tus labios, de tu piel, de tu cuerpo, de tu sexo. He cerrado los ojos y he imaginado el primer beso. ¿Será como este?...

10 enero 2007

En soledad



Me siento desnuda en la intimidad de mi cuarto. Entregada al deseo y al placer. Fijo mi recuerdo en tus gemidos y me deleito al comprobar cómo reacciona mi cuerpo. Mi mano derecha se mueve y va directamente hasta los labios. La lengua roza los dedos con maestría hasta humedecerlos por completo. Lentamente los pezones se endurecen y se me eriza la piel. Disfruto con la mezcla del leve frío y en intenso calor que recorre mi cuerpo. Pongo la espalda recta y separo ligeramente los muslos. Un leve dolor me saca del placer al que me he abandonado. Son mis dedos que aprietan los pezones con fuerza mientras que ahora la lengua se empeña en alcanzarlos. Bajo la cabeza un poco más hasta que me estremezco al sentir el contacto de la saliva con mi piel.
Mi mente empieza a llamarte y, fiel a mis deseos, acude tu imagen. Empiezo a sudar pero tu boca se me adelanta recogiendo con los labios cada gota que sale de mi cuerpo. Intento separar aún más las piernas en un intento de imaginar tu boca allí donde quiero que me posea. Un escalofrío me recorre cuando los mismos dedos que hasta ahora han estado aprisionando los pezones avanzan con decisión hacia mi sexo. Lo bordean apenas rozándolo. Muevo la cadera en un intento de alcanzarlos. Quiero que me acaricien, que me recorran, que me penetren. Deseo mezclar mis dedos con tu lengua. Que tu boca saboree la intensidad de mi sexo al mismo tiempo que las manos contribuyen al placer. Deseo excitarme hasta el límite. Estar al borde del orgasmo y comprobar que aún puedo ir más allá.
La humedad se desliza por mis piernas. Todo el calor se concentra ahora en este lugar. Un dedo está a punto de rozar el clítoris. Suspiro, jadeo, susurro... Mi sexo entra en contacto con la mano. Me estremezco. Quiero más, mucho más. Intento prolongar mi excitación tanto tiempo como puedo pero, el resto de mí parece pretender lo contrario y marca un ritmo pausado pero continúo. Noto cómo aumenta el cosquilleo entre mis piernas, la respiración se acelera. Ya no susurro. Ahora gimo y doy rienda suelta a deseos que jamás he pronunciado. Estoy a punto de estallar y ahora recuerdo tus palabras: "Permanece excitada hasta que regrese".
Así sea...

Con ternura, con cariño, con pasión, con lujuria, con desenfreno, con amor... Para "S"

09 enero 2007

Despertar










Tras los párpados dibujo tu rostro,
Recorro tu preciosa piel,
Me diluyo en tus ojos azules
Y una rica ambrosia
Preña una vieja aridez.

Tras los párpados
Desciendo a besos por tu nariz
Por tus mejillas.
Mi pecho se agita.
Rememora tus manos surcando mi piel.
Recuerda, ansía…
Tu cercano calor

Y me asaltaron tus mordiscos
En el cuello,
Avanzadilla sobre mí.
El placer recorre mi médula,
Mis muslos,
Arquea mi espalda,
Desea la lascivia de tus yemas
Buscando mi clímax.

Mis pezones escrutadores, orgullosos,
Enmarcan una senda a surcar
Por tu codiciada lengua…
Me estremezco,
Me hago sangre en un labio,
Adhiero mi cuerpo el tuyo
Buscándote en esa deliciosa penumbra
Donde surcar nuestros mares bravíos
Tras la lujuria que en mí despierta tu boca…

Ansío cabalgarte,
Me excito saboreando
Esa dureza cerca de mi vulva,
Un gemido profundo
Perturba el silencio,
Es mi otro yo,
El de las horas oscuras
Y rincones sucios,
El que saca el animal
Que llevo en mí.



Nota: Felicidades a la mujer que me ha regalado este texto. Disfruta de tu nueva vida:)